miércoles, 20 de mayo de 2009

¿Por qué las monedas irlandesas llevan grabada un arpa?

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Cuenta la leyenda que en la segunda batalla de Mag Tuiredh, el arpista Dagda -con el arpa incluida- cayó prisionero de los fomorianos. Uno de los hijos de Dagda -Oghma- y el heroico Lugh, lo acompañaron hasta el campamento enemigo para rescatar al arpista y recuperar el Arpa mágica con la que Dagda controla el inicio y final de las estaciones, la cuál obtuvo del Mundo Superior. Para ello fueron en su búsqueda, llegando hasta el salón de banquetes del palacio submarino de sus enemigos. Allí vieron como el arpa colgaba de la pared y Dagda con sus poderes, la llamó y ésta rápidamente se descolgó por sí sola y voló hasta las manos de su legítimo dueño, matando en el trayecto a nueve fomorianos...-
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-El arpa celta es un símbolo omnipresente en Irlanda. Lo llevan las monedas, los pasaportes, los aviones (Ryanair), los documentos oficiales y hasta las pintas de cerveza (Guinnes). El arpa celta es un arpa dorada con cuerdas de plata sobre un fondo azul (en campo de azur, un arpa de oro cordada de plata), y es el símbolo de Irlanda desde el siglo XIII. Lleva el nombre de un viejo modelo conservado en la biblioteca del Trinity College de Dublín que, supuestamente, perteneció a Brian Boru, uno de los grandes reyes irlandeses que reinó hacia principios del siglo XI (el modelo conservado fue fabricado unos 400 años más tarde, por lo que no pudo pertenecer a dicho rey, pero las leyendas siempre mandan).
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Enrique VIII, en 1541, estableció el arpa de Brian Boru como escudo de Irlanda, pasando en 1603 a formar parte del escudo del Reino Unido durante la unión de las coronas de Irlanda e Inglaterra en el reinado de Jaime VI de Escocia. Con el establecimiento del Estado Libre Irlandés en 1922, el arpa fue elegida como emblema estatal. Desde el 9 de noviembre de 1945 es el escudo oficial del Estado de Irlanda.
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lunes, 18 de mayo de 2009

La mujer celta

Como complemento al post anterior, reproducimos aquí unos "Apuntes sobre la mujer celta" de Marianna García Legar. Ver:  http://circulosdemujeres.blogspot.com/2007/09/la-mujer-celta.html:

Boadicea
Se considera celta al pueblo conformado por tribus de raza indoeuropea procedentes originariamente de las grandes planicies del Asia central que 2.000 años antes de Cristo ya habitaban el centro y norte de Europa.

Entre 1.500 y 900 a.C. se extendieron por las Islas Británicas, norte de Francia, parte de Suiza y norte de Italia. Llegaron a España en el 800 a.C. Su lengua (que dio lugar a varios dialectos) era de origen indoeuropeo y de ella se conservan escasos registros literarios.

Tuvieron su mayor período de expansión entre el siglo III y el I a.C.

La ancestral cultura de los celtas dejó notoria influencia en todo el mundo occidental. Constituían una élite intelectual y guerrera con adelantos técnicos que aportaron a las poblaciones de cada lugar al que llegaron. A su vez ellos fueron también transformados por las costumbres de los pueblos que conquistaron por ello no se puede hablar de la existencia de una raza celta; sí de una cultura que es base de varias naciones con identidad propia.


Para poder tener una idea aproximada de lo que fue la mujer celta es necesario entender el contexto histórico en que vivió. Las principales fuentes que poseemos de la sociedad celta son su marco jurídico, que puede conocerse en los códigos y libros de leyes galas e irlandesas recopilados en la Alta Edad Media. A través de su organización social podemos ver el reflejo del espíritu celta original.

La célula base de la sociedad celta era la familia en el sentido extenso de la palabra, la gens indoeuropea. Esta familia se denominaba fine y comprendía todos los parientes hasta noveno grado durante cuatro generaciones, incluyendo desde los padres hasta los hijos de los sobrinos. Cuando la familia crecía más allá de ese parentesco los familiares emigraban para constituír una nueva familia. En este caso era obligatoria la partición de los bienes familiares comunes hasta entonces.

Las familias se agrupaban en la tribu, el tuath, que era la célula base de la sociedad de Irlanda. Los tuath eran autosuficientes. Poseían su jerarquía social, su jefe o rey, sus esclavos, sus bienes comunitarios, sus leyes y también sus deidades y animales totémicos.

Los tuath era absolutamente soberanos. Eran independientes entre si y nunca tuvieron necesidad de agruparse. Algunos historiadores señalan que esta autonomía los hizo débiles ante sus enemigos y fue una de las causas por las que fueron borrados del mapa europeo con tanta facilidad.

El derecho celta primitivo se basaba en la posesión del ganado, a diferencia del romano basado en la posesión de la tierra. Los celtas tenían muy claro que la tierra no podía tener dueño porque era un bien comunitario.

Eran un pueblo de pastores y guerreros, pero no eran nómades. Cada tuath poseía un territorio fijo, pero las fronteras eran móviles porque no les gustaba poner límites a la tierra, y siempre consideraron que la tierra no podía tener dueño.

El sistema feudal celta funcionaba a partir de un “contrato de ganado” establecido entre señor y siervo ante un druida (más tarde un sacerdote). Esto significaba que el señor, dueño del ganado, lo cedía a un siervo para que lo cuidara y sacara provecho del mismo.

Todos, tanto los siervos como las mujeres u hombres libres tenían derecho a acceder a un “contrato de ganado” y este contrato sobrevivió hasta muy tarde en Irlanda. Las mujeres podían poseer rebaños, hecho gracias al cual participaban plenamente de su sociedad; al contrario de lo que sucedía a las mujeres de sociedades feudales basadas en la propiedad de la tierra y en los “contratos de tierra”.

La sociedad celta presenta rasgos muy arcaicos. Se encuentra a mitad de camino entre las sociedades patriarcales agrícolas, estructuradas en torno a la posesión de la tierra por parte del padre; y las sociedades matrilineales, en las cuales la mujer es el gran símbolo de fecundidad y el nexo fundamental de la familia.

Aunque hubo reinas mujeres -como la famosa Boadicea que organizó una gran revuelta contra los romanos, o Cartismandua, la reina de los Brigantes que traicionó a su pueblo- el rey del tuath era habitualmente un hombre.

La mujer tenía derecho a elegir marido y no podían casarla sin su consentimiento; derecho del que carecían romanas y griegas.

Las jóvenes podían casarse a partir de los 12 años. Llegado el momento se organizaba un festín al que invitaban a todos los jóvenes. Allí la muchacha elegía por sí misma y cuando lo había hecho ofrecía agua al muchacho para lavarse las manos. Este gesto implicaba que ya estaban casados (¡parece que el muchacho no podía negarse!).

El matrimonio era una alianza entre dos familias regido por un complicado código de normas de funcionamiento de los bienes comunes de la pareja. Ambos cónyuges pagaban una dote de idéntica cantidad. Hombre y mujer tenían absoluta igualdad de derechos y gran autonomía económica uno respecto del otro. Cada uno conservaba sus bienes personales cuando se divorciaban y los bienes comunes se repartían entre ambos.

Al diferencia de lo que sucedía en Roma y Grecia, la mujer no entraba a pertenecer a la familia del hombre, y continuaba poseyendo sus bienes. Si enviudaba conservaba su patrimonio, mientras que el de su marido iba a parar a la familia de él. Lo mismo sucedía si moría ella.

El matrimonio no tenía carácter sagrado. No era más que un contrato con cláusulas, si estas no se respetaban el matrimonio quedaba automáticamente anulado. No tenían ceremonias matrimoniales, salvo el festín antes mencionado, ni existía el concepto de matrimonio religioso. Mas bien el matrimonio era considerado un acto de libertad de los esposos, una especie de unión libre protegida por las leyes que siempre era posible disolver mediante el divorcio.

Era normal que las personas se casaran y divorciaran catorce veces o más y eso no entrañaba ningún problema. Además el divorcio celta no era un repudio en beneficio del hombre, como en otras sociedades patriarcales, sino que hombre y mujer estaban situados en plano de estricta igualdad. Las leyes comprendían numerosas causas por las cuales se podían divorciar siendo el divorcio de común acuerdo una de ellas.

Los celtas oscilaban entre la monogamia, la poligamia y hasta la androgamia que significa que una mujer se casa con varios hombres (Cesar habla en sus crónicas acerca de tribus bretonas que la practicaban). La poligamia estaba muy extendida y todo hombre solía tener además de su esposa una o más concubinas.

Con las concubinas el acuerdo era por un año. Solían comenzar y acabar durante las ceremonias de Beltane o Lammas, aunque otras fuentes lo citan en Imbolc. Acabado el año ambos eran libres de renovar o no el llamado “matrimonio anual”.

Los “matrimonios anuales” no perjudicaban jamás a la esposa original, la única que recibía el título de esposa. Las concubinas debían colaborar con ella en el trabajo de la casa y la esposa tenía la potestad de rechazar la presencia de alguna concubina en la residencia familiar si no le gustaba. Si el marido no respetaba su lugar ella podía divorciarse. Además la esposa recibía la dote que la concubina pagaba al marido. Al finalizar el concubinato la concubina recuperaba su dote.

No siempre el hombre era el cabeza de familia. Según sus leyes había hasta tres sistemas diferentes de situación de la mujer respecto del hombre. A saber:

- Cuando hombre y mujer tenían el mismo dinero, había igualdad de condiciones e independencia jurídica y económica de uno respecto del otro.

- Si la mujer tenía menos dinero estaba en un rango inferior respecto del marido.

- En el caso de que la mujer tuviera más dinero, ella era cabeza de familia indiscutible. El marido carecía de autoridad y se lo llamaba “hombre bajo el poder de una mujer”. Este hecho, que no significaba deshonra alguna, muestra sin duda reminiscencias de estructuras relacionadas sociedades matrilineales.

Otras reminiscencias matrilineales se encuentran en la literatura irlandesa y galesa donde los héroes son nombrados “según su madre y no según su padre” (Conchobar, hijo de Ness; Gwydyon y Arianrod, hijo e hija de Don, Cuchulain hijo de Dechtire...). Esto indica que la sucesión matrilineal aún no había desaparecido de la memoria de los narradores.

Las mujeres llevaban el cabello largo y trenzado, y a veces lo recogían en complicados peinados. Eran muy aficionadas a los adornos; utilizaban collares, brazaletes de bronce, plata u oro y cosían pequeñas campanas en los bordes de sus túnicas. Llevaban capas con dibujos de rayas o cuadros de brillantes colores; las que tenían más recursos las usaban con bordados de oro y plata.

Tanto hombres como mujeres cuidaban mucho su apariencia y la obesidad les desagradaba profundamente. "Tratan de no engordar ni de ponerse panzudos", cuenta el griego Estrabón y también "…nadie debe exceder la longitud fijada por los agujeros del cinturón”.

Las mujeres desempeñaban un papel importante en la educación de los niños y de los jóvenes. Era costumbre que los hijos se enviaran a criar con otra familia, estableciendo con las familias adoptivas lazos a veces más profundos que con los propios familiares de sangre.

Cuando llegaba el momento en que los jóvenes guerreros debían iniciarse en el oficio de las armas, los enviaban junto a unas mujeres guerreras extremadamente misteriosas, medio brujas medio amazonas, establecidas por lo general en el norte de la isla de Bretaña.

Esas mujeres guerreras, educadoras y brujas, eran también iniciadoras sexuales. Ello nos recuerda una vez más que la libertad sexual entre los celtas era muy grande, no existían tabúes sexuales ni noción de pecado vinculada al sexo. La fragilidad del matrimonio es una prueba de ello así como la práctica del concubinato, en el que la concubina estaba tan bien considerada socialmente como la esposa.

Estuviera casada o no la mujer tenía acceso a funciones muy diversas. No hay rastros históricos de mujeres druidesas; aunque sí de magas y profetisas. Es muy importantes recordar que en la iglesia celta cristiana las mujeres podían celebrar misa hasta que la iglesia de Roma lo prohibió.

Históricamente se conoce la existencia de monasterios de sacerdotisas. Los más famosos fueron el de Kildare en Irlanda, el de la diosa Sul en Bath (Isla de Bretaña), y la Isla de Mona donde vivían muchas sacerdotisas. La Isla de Mona fue arrasada por los romanos, que asesinaron a las mayores, y violaron repetidamente a las jóvenes para dejarlas embarazadas y obligarlas a mezclar su linaje celta con el romano.

El celtas fue un pueblo guerrero por naturaleza, capaz de luchar de manera muy ruda unos contra otros por un insulto o por el simple placer del combate. Los autores de la antigüedad clásica citan a las robustas mujeres celtas, siempre dispuestas a ayudar a sus esposos en guerras o disputas, o siendo ellas mismas las protagonistas de las mismas. "Toda una tropa de extranjeros sería incapaz de oponer resistencia a un solo galo si éste llamara a su mujer en su ayuda", escribe el romano Marcellinus. Tal era su fervor guerrero y el desprecio de la muerte que ostentaban que tanto hombres como mujeres tenían la costumbre de luchar desnudos, ornados sólo con sus armas, un cinturón y un torque (collar celta). Hay registros históricos de esta costumbre en Galicia y Asturias, así como en Francia, Irlanda, Gran Bretaña, Italia, Bélgica, etc.

Dice Diodoro de Sicilia: “entre los galos las mujeres son casi de la misma talla que los hombres, con los cuales rivalizan en coraje”.

Cuenta Amiano Marcelino: “El humor de este pueblo es pendenciero y arrogante en exceso. El primero de ellos en llegar a un enfrentamiento con los romanos hace frente a varios de ellos a la vez, sin otra ayuda que su esposa, una campeona aún más temible. Es digno de ver a esas marimachos, con las venas del cuello hinchadas por la ira, balanceando sus robustos brazos blancos como la nieve, y blandiendo pies y puños asestando golpes como una catapulta.”

La sociedad celta también practicaba la homosexualidad como relata Aristóteles y puede verse en ciertos relatos épicos como el de Cuchulain. Algunas (no todas) de las mujeres de la institución de las guerreras eran lesbianas.

Al igual que el hombre, la mujer celta disfrutaba de su libertad y de los derechos que le correspondieran por su rango social o fortuna personal. Podía convertirse en jefa de familia, reinar, ser profetisa, guerrera, maga, educadora, iniciadora; podía casarse o permanecer “virgen” -es decir soltera-, podía divorciarse y heredar.

Han sido necesarios más de veinte siglos para que las mujeres recuperásemos sólo algunos de esos derechos y privilegios perdidos a manos del triste avance de la jerarquía patriarcal de bárbaros, romanos y católicos. Ojalá que el espíritu de indómita libertad, fuerza, poder e igualdad de nuestras ancestras celtas nos inspire siempre iluminando el camino a seguir para que la fuerza de la femenina retorne y se haga visible para defender a nuestra amada Madre Tierra.

MARIANNA GARCÍA LEGAR

Las mujeres celtas ¿eran machistas?

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-Hace algún tiempo, un amigo, con buena fe, me pidió que escribiese algo sobre las mujeres celtas, y siendo de sobra conocido el papel que éstas jugaron en el mundo antiguo, me preguntaba qué podría decir yo sobre las mujeres celtas que no estuviera dicho ya. Pues bien, ahí van mis conclusiones:
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Las mujeres celtas ¿eran machistas? Sin duda. Todo apunta hacia esa dirección. Toda mujer era y es machista, sea celta, viquinga, india o asiática, toda mujer era y es la causa del efecto que nos consume desde el origen de los tiempos y que coarta las posibilidades (si es que algún día existieron) para que la humanidad, como raza animal dotada de los instrumentos adecuados para destruir o construir todo cuanto sea capaz de imaginar, logre superarse a sí misma y desarrolle algo que, hasta ahora, no ha conocido, ni conocerá en un futuro cercano: la igualdad entre sexos.
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Toda mujer es la causa del efecto del machismo. Pues no se me ocurre otra explicación que responda satisfactoriamente al hecho de que, en los más de dos millones de años que este planeta está poblado, la mitad de su población no goce de la libertad que, dentro de la falta de libertad que todo ser vivo tiene por el mero hecho de formar parte de una concreta sociedad, está en poder de la otra mitad.
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¿Qué les ha pasado a las mujeres? ¿qué nos pasa? Hace años, cuando era más joven (years ago, when I was younger ... decía la canción) me imaginaba lo que sucedería si una especie alienígena desembarcase, de repente, un día, en el planeta tierra, y con sus armas y poderes criptoníticos intentase someter a esta humanidad tan humanoide de la que formamos parte, ¿se someterían los hombres? ¿Y las mujeres? Pues he de confesar, con tristeza, que no sé lo que harían los hombres, pero desde luego las mujeres han dado muestras de tener muchas papeletas para que la respuesta fuese afirmativa.
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Pero esto no es verdad. La verdad se esconde tras la mentira que acabo de narrar. Lo verdaderamente cierto es que cuando hablamos de mujeres y el machismo que nos consume, olvidamos siempre lo esencial: que cada mujer es un mundo, y ese mundo es enorme. La única verdad es que todas hemos chillado a lo largo de nuestra historia por lograr nuestra libertad e identidad. Pero esos chillidos, a veces inconscientes, sordos o apagados, no han quedado plasmados en todas sus formas en las fuentes de conocimiento que hoy utilizamos para escribir lo que se pretende sea historia. Y sin embargo, están ahí.
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Otras veces si hemos escuchado esas voces, y así nos han llegado los relatos de personajes de la época que nos desvelan la existencia de aquellas que se diferenciaban de sus contemporáneas, no sólo por sus amplios derechos y facultades sociales, sino también y principalmente por su compromiso con el arte de la guerra. Recordemos por ejemplo, como las reinas celtas Boudicca o Cartimandua salían a luchar junto con sus amantes, hermanos o demás parientes, en plano de igualdad contra el enemigo invasor. Estas mujeres son consideradas por muchos, como ejemplos de feminismo en el mundo antiguo. Pero ¿lo son en realidad?
-Imaginemos por un momento, que esas mujeres celtas, no existieron, ¿qué pasaría?, ¿no tendríamos las mujeres un referente de feminismo en el mundo antiguo? O dicho en otras palabras ¿serían machistas las mujeres del mundo antiguo? La respuesta a mi entender, es que no. El feminismo existe porque existimos nosotras. Cada mujer que piensa y que sufre, cada mujer que dice no, cada mujer que da un paso hacía adelante, que se desvía, que tuerce hacía la izquierda o hacía la derecha, cada mujer que muere a manos de otro, que sufre por el que muere, es un grito contra el machismo que nos cosume. Están ahí y siempre estuvieron. Solo hay que verlos en todas sus formas. Cada gesto, cada palabra, a veces pequeño, a veces grande. A veces plasmado en papel, y a veces no.
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Dudo mucho que las mujeres de las que hablo fueran entonces o ahora más machistas que cuando existieron. Sin duda, tendrían pensamientos que no las llevaban a entenderse a sí mismas fuera de la propia influencia de su propia forma física, pero ayer igual que hoy y siempre, como individuo determinado y concreto que ha vivido y vive su propia identidad según sus capacidades, ahelos, inquietudes y miedos, y dentro de su mundo, sea este grande o pequeño, se revela inconscientemente, a cada paso, con cada suspiro, contra el yugo de lo impuesto y el castigo por ser diferente.
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Las mujeres celtas ¿eran machistas? No. Pero ninguna mujer lo es, ni lo fue nunca, aunque a veces lo haya parecido o lo parezca, porque ante todo somos seres humanos y un ser humano, aunque no lo parezca, nunca se somete.
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Permítame el intrépido lector, que termine estas líneas no sin antes disculparme por mi atrevimiento en escribir, de sobra es conocido que tarea de tan elevada condición sólo debería ser emprendida por quienes son hábiles y claros y no, como diría Pondal, imbéciles y oscuros.
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Enviado por Teodora Da Cova

miércoles, 6 de mayo de 2009

La Xuntanza de Gallegos en Alcobendas celebra el "Día das Letras Galegas"

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El Día de las Letras Gallegas es una celebración instituida en 1963 por la Real Academia Gallega para homenajear a aquellas personas que destacasen por su creación literaria en idioma gallego o por su defensa de dicha lengua. Cada año se dedica a una personalidad diferente, escogida por la Real Academia Gallega, teniendo en cuenta que se exigen al menos diez años desde su fallecimiento. Desde la instauración de esta celebración cultural, solamente en 1998 hubo una dedicación conjunta a los poetas medievales Martín Codax, Xohán de Cangas y Mendinho, famosos por sus cantigas.
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Aunque Xuntanza celebra este día el próximo 9 de mayo -por motivos de programación-, la fecha oficial de la celebración de este evento es el 17 de mayo, festivo en la Comunidad Autónoma de Galicia, y se debe a que en tal día como ése, en 1863, se publicó en La Habana (Cuba) el primer ejemplar de la obra Cantares Gallegos, de Rosalía de Castro, que marcaría el inicio del "Rexurdimento" o renacimiento cultural del gallego.
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Este año el homenajeado en el Día das Letras Galegas es Ramón Piñeiro López y el acto tendrá lugar el sábado 9 de mayo, a las 20,30 horas, en el edificio La Esfera, Avda. Olímpica, 14 de Alcobendas, consistiendo en una conferencia a cargo D. Vicente Araguas, profesor, escritor y poeta. El acto será presentado por Pepe Machado, periodista, Premio Nacional de Radiodifusión.
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Incluímos a continuación unas breves reseñas biográficas del homenajeado y del conferenciante:
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Ramón Piñeiro López (Láncara -Lugo, 1915 - Santiago de Compostela, 1990) fue un intelectual y político español que desarrolló su actividad en Galicia.
Estudió el bachillerato superior en Lugo y Filosofía y Letras en Santiago de Compostela.
Se trata de una de las figuras históricas del galleguismo durante el siglo XX, clave para conseguir la continuidad de este tras la Guerra Civil Española (motivo por el cual fue encarcelado entre 1946 y 1949).
Como intelectual, fue uno de los fundadores y primeros directores de la editorial Galaxia y de la revista Grial.
Como intelectual, su principal actividad fue la de intentar despojar al galleguismo de su componente político para centrarlo en su componente cultural (a esta tendencia se la conocería desde entonces como piñeirismo). En este sentido, apeló a la saudade (concepto al que dedicó varios estudios a lo largo de su vida), el paisaje y el humor como fundamentos de la identidad de los gallegos y esencia de Galicia.
Su obra escrita se reparte entre trabajos de índole filosófica (con especial atención al tema de la saudade que trata desde una perspectiva existencialista heideggeriana) y trabajos de orientación lingüístico-literaria (centrados en los problemas del proceso de normalización de la lengua gallega). Fue pionero también en la traducción de obras en otros idiomas al gallego, entre las que destaca Da esencia da verdade (1956), de Heidegger.
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Vicente Araguas nace en Xuvia (Neáa) en 1950.
Fue uno de los fundadores del grupo Voces Ceibes en 1968. Estudió en Santiago de Compostela Filosofia y Letras. Actualmente, es profesor en la Comunidad de Madrid.
Compagina su labor docente y literaria con la crítica en revistas como "Leer" o "Revista de Libros". Es columnista del “Diario de Ferrol” y "El Correo gallego”. Ha publicado varios poemarios y ensayos, y ha prologado y traducido antologías poéticas de Celso Emilio Ferreiro o Vinicius de Moraes.
Enviado por Pepe Machado

viernes, 1 de mayo de 2009

Galicia e Irlanda a través de la historia

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Si en la entrada anterior hablábamos de las relaciones míticas entre Galicia e Irlanda, en la de hoy, Carlos de Blas nos resume las intensas relaciones habidas en tiempos históricos, y en la actualidad, entre ambos países. Es sólo un resumen pero, aún así, nos pone de manifiesto los estrechos lazos tanto culturales como vivenciales entre ambos pueblos. ¡Que lo disfrutéis!
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¿Qué entendemos por países celtas?

Independientemente de las consideraciones de la denominada “Liga Celta” que cifra como países celtas sólo los que han conservado, al menos parcialmente, el Gaélico o lengua celta (con sus peculiaridades locales…), no parece de recibo que se restrinja el “celtismo” a los países que integran dicha Liga (Escocia, Cornualles, Gales, Isla de Mann, Irlanda y Bretaña)

En algunos de esos “países celtas” apenas quedan rastros del Gaélico, como le ocurre a Galicia. Pero la lengua es sólo uno de los factores de la cultura de un pueblo, no siempre el más importante. La “arquitectura castrexa”, la protohistoria con sus mitos y leyendas, los ritos, las costumbres, el folclore… son factores coincidentes entre Galicia y los demás países celtas.

Aunque la romanización se impuso y transformó la cultura europea, la influencia romana tuvo menos incidencia en las zonas con orografía de difícil acceso. Esto permitió la pervivencia de lo que hoy denominamos cultura celta y que en España abarca toda la cornisa cantábrica, especialmente lo que hoy comprende Galicia y Asturias. Por lo tanto, no es sólo el uso de la gaita el factor determinante de lo que nosotros consideramos “países celtas

Las costas de Galicia y de Irlanda están bañadas por el mismo mar; ambos países tienen clima similar; parten de una agricultura minifundista orientada al autoconsumo, con especial culto a la patata; son los que mas población aportaron a las Américas y su desarrollo tiene cierto paralelismo, aunque en el balance de los últimos años, Galicia se quedó atrás. Si nos asomamos, por ejemplo, al balcón del Cabo Ortegal (el punto más septentrional de la Península Ibérica) comprobaremos que es el mismo paisaje que los grandes acantilados de la costa oeste de Irlanda. Paisaje y paisanaje, fauna y flora, presentan grandes similitudes.


Irlandeses refugiados en Galicia y peregrinos a Compostela

Como consecuencia de las invasiones sufridas en Irlanda se producen emigraciones de gáelicos-célticos hacia Galicia en los siglos IV a VI. Así fundaron Britonia, al norte de la provincia de Lugo. Incluso construyeron un Monasterio y crearon un Obispado que perduró hasta cerca del siglo XIX. Destruida Bretoña por los viquingos, los irlandeses se establecieron en San Martiño de Mondoñedo (siglo XII)

En 1210, el Arzobispo Henry de Dublín creó un hospital para atender a los peregrinos que, procedentes de diversos pueblos de Irlanda, esperaban las embarcaciones con destino a La Coruña, para acceder a Santiago por el “Camino Inglés”

Las esculturas de barcas que han perdurado en la costa gallega, se atribuyen a los irlandeses, que incluso llegaron a realizarlas en piedra, porteando una colosal hasta Santiago.

El flujo de peregrinos irlandeses a Santiago ha sido constante y progresivo. La muestra mas inmediata es la peregrinación que la Presidenta de la República de Irlanda, Mary Mcaleese, ha realizado en Abril de 2009, junto a su esposo y un pequeño séquito. Fue un admirable ejemplo de discreción, privacidad y sacrificio; caminando a pié desde Sarria hasta Santiago, con etapas de intensas tormentas de lluvia y granizo.


Los colegios de los irlandeses

El apoyo de España a Irlanda para la formación de las nuevas generaciones, en orden a la reconquista del catolicismo, duramente perseguido por la reforma protestante, condujo a la creación en España de los colegios irlandeses en Alcalá de Henares (Madrid), Salamanca, Sevilla y Santiago de Compostela.

En España y especialmente en Galicia, se refugiaron muchos nobles y eclesiásticos irlandeses huyendo de la reforma protestante. Algunos de ellos alcanzaron alto rango en la Administración y en el Ejército.

Para evitar la presión sobre los prelados nativos, el Papa nombró a Fray Mateo de Oviedo, Arzobispo de Dublín. Gracias a su mediación se organizaron varias expediciones de refugiados hacia Galicia. En 1583, Fray Mateo regresó a Santiago, siendo nombrado profesor de la universidad y Superior del Convento de San Francisco. Como es de suponer, mantuvo estrechos contactos con la colonia irlandesa en Santiago, siendo siempre su principal valedor.

El Colegio de Irlandeses en Santiago era una institución docente de gran prestigio en el siglo XVII. Se ubicaba en el corazón de la ciudad, concretamente en el número 44 de la actual Rua Nova, donde luego se instaló la Cámara de Comercio.

El Colegio fue regido en un principio por el sacerdote irlandés Enrique Maccarty y posteriormente pasó a cargo de los Jesuitas, hasta 1770 en que cerró sus puertas.

Sobre el solar se construyó el hermoso Pazo de Ramirás, que incluso actualmente denominan el “antiguo colegio de los irlandeses”


Gallegos luchando codo a codo con los irlandeses


Numerosos gallegos dieron su vida en la batalla de Kinsale, luchando junto a los irlandeses, frente a la invasión de los ingleses.

El Rey Felipe III envió a Irlanda una flota de 33 embarcaciones que partió del puerto de La Coruña el 2 de septiembre de 1601, con 4.432 hombres. Una vez más se cumplió la leyenda de los malos augurios para la flota española en el Mar de Irlanda. El temporal hizo fracasar parte de la expedición, si bien unos 3.000 infantes de marina, al mando de Juan de Aguila, logró desembarcar en Kinsale.

Tres meses más tarde una nueva expedición, al mando de Zubiaur compuesta por 10 naves y 828 hombres partió de La Coruña en ayuda de los irlandeses. La superioridad de los ingleses no permitió conseguir el apoyo deseado por España a las hermanos irlandeses (las comunidades cristianas mas señeras de occidente). Muchos marineros españoles, quizás en gran medida gallegos, decidieron no regresar a España y quedarse en Kinsale y en otros pueblos del occidente de Irlanda ante la gran hospitalidad de los irlandeses, creando sus familias con jóvenes y atractivas rubias irlandesas y de ojos azules. Por ello, actualmente se observan en la zona, no pocos irlandeses de ojos y pelo negro o castaño, mientras que por el asentamiento de irlandeses en Galicia pueden observarse gallegos con el pelo rubio y de ojos azules.


El comercio entre Galicia e Irlanda

El puerto de La Coruña era el principal lugar de partida para las relaciones de España e Irlanda.

Los pescadores gallegos con destino a los caladeros del Gran Sol, conocían perfectamente la ruta y habían elegido el puerto de Galway para recalar. Esta localidad fue calificada como la ciudad mas española de Irlanda.

La ciudad de Galway, fundada hace mas de 800 años, disponía de un excelente puerto para su época, lo que la convertía en la puerta de las transacciones comerciales con España y Portugal.

Aunque siempre se ha mantenido que Galway tiene su origen en la mitología celta (Galvia, hija del rey Breasal), muchos lingüistas actuales optan por la derivación de la palabra latina Gallaeci (Galicia), tierra con la que los ancestros de Galway habrían tenido intensas relaciones comerciales, desde tiempo muy remotos.

En los siglos XV y XVI los barcos españoles, procedentes de Galicia, representaban el tráfico más importante del puerto de Galway, hasta el punto que el gobierno local resolvió construir una zona amurallada para resguardar los barcos españoles. Aún quedan en el antiguo muelle unos arcos de esta antigua fortificación, conocida como los “Spanish Arch” Frente a la ubicación de estos arcos se encuentra la Plaza de España (Spanish Parade)

La influencia de España era tan grande que el español era una lengua habitual en la zona portuaria y apreciada, no sólo por los mercaderes, sino por las familias nobles. Llegó a decirse de Galway que toda la ciudad tenía un aire de España…, pero no sólo por la influencia comercial, sino por una corriente de afinidad y simpatía mutuas.

Todo este florecimiento de Galway finalizó en 1651 con el asedio de la ciudad por Cromwell, que resolvió cerrar prácticamente el puerto y trasladar las actividades comerciales a la costa este, para que las transacciones se realizaran con Inglaterra.

Mucho agradecemos a Pablo Torres (excelente escritor y fotógrafo) sus crónicas desde Irlanda, publicadas en la revista “Carta de España” que nos han servido de base para elaborar los dos anteriores apartados del presente comentario.


Dos pueblos que se abrazan

En el momento actual está renaciendo un impulso de los tradicionales lazos de simpatía entre España e Irlanda. Prueba de ello son los 1,6 millones de turistas que en el año 2007 visitaron España y siguen haciéndolo, quizás en mayor número. Lo español está de moda en Irlanda y todo lo irlandés se recibe con especial simpatía en España.

Lo curioso es que esta fuerte corriente de simpatía parte sobre todo de los jóvenes. No en vano cada verano millares de estudiantes españoles eligen practicar el inglés en el seno de familias irlandesas. Pero también ha calado en España la literatura irlandesa. Desde el “Libro de Kells” o “Gran Evangelio”, o el “Leabhar Gabhala” (Libro de las Invasiones), hasta los escritores universales como Oscar Wilde, Bernard Saw o las obras de James Joyce se ven en los escaparates de las grandes librerías españolas. Algunos grupos folclóricos irlandeses están haciendo furor entre los amantes de la música celta. Tomarse un café irlandés, una copa de la Crema Irlandesa Baileys o un whiskey irlandés, mientras se escucha la música de los The Chieftains o los The Dubliners, es un placer habitual en las veladas de no pocos pubs españoles.

Muchos símbolos celtas proliferan en la artesanía y especialmente en la joyería de vanguardia.

Si es acusada la simpatía de España por Irlanda, no digamos lo que esto supone en la Galicia actual, donde varios especialistas destacan el paralelismo entre los respectivos nombres: Galicia y Gacilge que parecen tener la misma raíz celta “Gal”, denominación de la tribu celta de los Gaels de Irlanda.

Las tres Universidades gallegas dedican seminarios y conferencias relativas a la cultura celta y a la literatura irlandesa. Concretamente la Universidad de La Coruña organiza periódicamente encuentros sobre la cultura celta, en los que participan prestigiosos expertos de Universidades Irlandesas, subrayando el “hermanamiento y la cercanía” de ambos pueblos.

En dicha Universidad está ubicado el Instituto Universitario de Estudios Irlandeses "Amergin". La denominación Amergin corresponde a la de un legendario druida que, según el “Leabhar Gabala Erenn” arribó a la costa irlandesa procedente del noroeste peninsular. El objetivo de este Instituto es “investigar y divulgar la realidad irlandesa y su equivalente gallega, en diversos ámbitos, con el fin de lograr un reconocimiento mutuo”. En la página web de este Instituto se especifica que “los lazos de unión entre las letras irlandesas y la Universidad de La Coruña, culminaron en junio de 2000 con la investidura de Seamus Heanei, Premio Novel de Literatura en 1995, como Doctor Honoris Causa por esta Universidad”

La Spanish Association Ford Irish Studes o Asociación Española de Estudios Irlandeses, fue creada en la Universidad de Burgos en el año 2001. Entre sus principales actividades figuran los premios de investigación sobre Irlanda y los congresos itinerantes por otras Universidades, como el celebrado en la Universidad de La Coruña el año pasado.

La Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en su sede de Pontevedra, ha organizado hace pocos meses un curso monográfico sobre el paralelismo entre el patrimonio cultural irlandés y el gallego.

Venimos denominando a Ortigueira como la Capital Gallega del Mundo Celta, no sólo por su afinidad geográfica con el oeste de Irlanda, sino porque en este enclave galaico se vive intensamente todo lo relativo a la cultura celta. Desde el año 1978 viene organizando el Festival de Ortigueira de Música Celta, que a lo largo de 4 días reúne a más de cien mil personas, especialmente jóvenes. En esta fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional, se dan cita los más destacados grupos de los países celtas y constituye una réplica del gran festival intercéltico de Lorient que ya ha alcanzado su 40 edición.

Pero no es solo el festival citado. También está ubicado en Ortigueira el Instituto de Estudios Celtas, que dirige el profesor de literatura celta e irlandesa de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, D. Ramón Sainero. Este prestigioso profesor y escritor lleva publicados numerosos libros relativos a la cultura celta, entre los que significamos “Leyendas celtas en la literatura irlandesa”, “La huella celta en España e Irlanda”, “Los grandes mitos celtas y su influencia en la literatura”, “Sagas celtas primitivas en la literatura inglesa”, “Lenguas y literaturas celtas: Origen y evolución”, etc. Está previsto que este admirable intelectual pronuncie la lección magistral en nuestro próximo encuentro en la ciudad irlandesa de Galway.


¿Somos de la familia?

La explicación de esta afinidad y empatía entre Galicia e Irlanda, que se ha mantenido desde tiempos remotos, parece tener una base científica. Recientemente el Trinity College de Dublín, a través de su prestigioso Instituto de Genética Smurfit, realizó un exhaustivo estudio genético dirigido por el Profesor Dan Bradley, en el que desarrolla la teoría científica de que españoles del norte peninsular llevaron a Irlanda la flora y la fauna, así como los cromosomas que caracterizan al pueblo irlandés.

Según diversos medios de comunicación, también el profesor de genética humana de la Universidad de Oxford, Bryan Sykes, llegó a parecidas conclusiones. La leyenda de los milesios de Brigantia pertenecientes a la familia del patriarca Breogan, arribando a Irlanda, podría llegar a ser revisada para transformarla de mito en realidad.


Nuestro próximo encuentro en Galway

Todo cuanto antecede constituye la motivación del encuentro programado para el próximo 27 de junio en Galway por la Enxebre Orde da Vieira, que cuenta con mas de un millar de miembros en 22 países.

Nuestro objetivo es intensificar el interés por la cultura celta y aportar nuestro granito de arena a la amistad forjada entre Galicia e Irlanda.

Los actos comenzarán con una misa en honor de Santiago Apóstol y de San Patricio, como padres de la cultura cristiana en Hispania e Irlanda respectivamente.

Tras el acto académico de la cultura celta y el recibimiento en la Orden de los nuevos Caballeros y Damas, irlandeses y de otros pueblos celtas, celebraremos un almuerzo de confraternización. Todo ello como colofón de un viaje cultural de 5 días de duración, auspiciado en el pasado año, con motivo de nuestra participación en el Gran Desfile de San Patricio en Nueva York, cuyos directivos, de origen irlandés, participaron a su vez en nuestro acto de convivencia con los gallegos de Nueva York y participarán también en este encuentro de Irlanda.


Madrid, Abril de 2009.
Carlos de Blas.